Albumes ilustrados, una oportunidad de navegar en la emociones.















Soy de los que creen que hagamos lo que hagamos, tenemos un cometido en nuestro camino, que de alguna manera u otra encontraremos la manera de aportar nuestro granito de arena a este mundo, si nos lo proponemos. 

Después de una vida girando en torno al arte, ya sea la música, el diseño, la ilustración, entre otras, me di cuenta que finalmente uno de los grandes motores ha sido el universo emocional. El arte me ha brindado, como a muchos, la oportunidad de navegar y expresar emociones, muchas veces inconscientemente de manera terapéutica. Sin embargo, hace unos cuatro años me topé con un mundo totalmente desconocido el cual me conectó a una parte de mi que, hasta el momento, no había sido explorada. 

Si bien mi sensación había sido constantemente de formar parte de un TODO, siendo una simple y humilde herramienta del Universo, hasta ese momento no había podido conectar con la Naturaleza. Los caballos han sido mi puerta a ese mundo desconocido y una oportunidad de explorar en las emociones, nuevamente. Al principio pensé que era una experiencia más para mi crecimiento personal, sin embargo me permitió encarar un nuevo proyecto paralelo a mi lado creativo y profesional del diseño y la ilustración, en el que podría acompañar a personas a explorar su propio universo emocional. Desde entonces he podido observar el papel que juega este en las personas, además de ser consciente de la importancia que tiene la educación de las emociones, sobre todo en los niños, de cara a futuros adultos más sanos y felices, si pretendemos una sociedad más sana y más feliz. 

Por ello, a pesar de que las intervenciones con caballos me permiten aportar, de manera consciente, algo en este campo desde entonces, tanto en adultos como en niños, continuaba la necesidad de llegar a los más pequeños desde el lenguaje que conocía desde hacía tiempo, el arte visual. A partir de mi primera experiencia con álbumes ilustrados, descubro que son una maravillosa oportunidad para ello.
Por su gran atractivo y su particular lenguaje en el que escritor e ilustrador dan su propia versión de una misma historia, me permite navegar libremente en ese universo emocional, ya sea de manera explícita como simbólica, de manera que el niño pueda experimentarlo, muchas veces junto a sus padres, en todo su abanico. Trasladarlos a un mundo de sensaciones y emociones de todo tipo como la vida misma, a través de historias simples, pero con un gran contenido de fondo, donde tengan lugar tanto el humor como escenas emotivas, dando paso tanto a lágrimas como a enormes sonrisas. Porque cuando descubrimos que las emociones no son ni buenas ni malas, sino parte de nosotros mismos y tan necesarias unas como otras, solo nos queda abrazarlas y ser felices.

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